La alergia alimentaria es una reacción inmunológica del organismo ante ciertas proteínas presentes en los alimentos, que son identificadas como agentes invasores y desencadenan una respuesta del sistema inmunitario para defenderse. Esta respuesta puede generar inflamación, hinchazón, dolor abdominal, diarrea, vómitos e incluso en casos más graves puede ocasionar anafilaxia, que es una reacción alérgica severa que pone en peligro la vida.
La alergia alimentaria es una condición que afecta a un número significativo de personas en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud, se estima que entre el 2% y el 4% de los adultos y el 5% de los niños sufren alergias alimentarias en países occidentales. La prevalencia de esta condición está aumentando en todo el mundo y se ha convertido en un problema de salud pública importante.
En la actualidad, existen diferentes tratamientos disponibles para las alergias alimentarias, como la evitación de los alimentos que causan la reacción alérgica, la medicación sintomática para tratar los síntomas de la alergia y la inmunoterapia.
La inmunoterapia, también conocida como desensibilización o vacunación, es un tratamiento que busca reducir la respuesta alérgica del sistema inmunitario hacia un alimento específico. La inmunoterapia consiste en la administración controlada y gradual del alérgeno en cuestión, empezando con dosis muy bajas y aumentándolas de forma progresiva. El objetivo es inducir una respuesta inmunitaria de tolerancia hacia el alérgeno, para que el organismo no lo perciba como una amenaza y no desencadene una reacción alérgica.
La inmunoterapia se ha utilizado con éxito en la alergia respiratoria y en la alergia a los ácaros del polvo, pero su uso en la alergia alimentaria es menos conocido. Aunque los ensayos clínicos han demostrado que la inmunoterapia es efectiva para algunas alergias alimentarias, todavía hay poca evidencia para respaldar su uso generalizado en la práctica clínica.
La inmunoterapia oral es una forma de inmunoterapia que ha mostrado resultados prometedores en algunos ensayos clínicos para la alergia a la leche de vaca, el huevo y el cacahuete. En la inmunoterapia oral, se administra una cantidad controlada de alérgeno en forma de polvo o cápsula, y se aumenta gradualmente la dosis durante varios meses hasta una dosis de mantenimiento. Los pacientes tienen que continuar tomando la dosis de mantenimiento durante varios años para mantener la tolerancia.
Sin embargo, la inmunoterapia oral también tiene algunos efectos secundarios potencialmente peligrosos. Los pacientes pueden experimentar reacciones alérgicas graves durante el tratamiento, y puede haber un riesgo de anafilaxia incluso después de que se alcance la dosis de mantenimiento. Además, los pacientes pueden sufrir de síntomas gastrointestinales, como dolor abdominal, náuseas y diarrea.
Otro tipo de inmunoterapia es la inmunoterapia subcutánea o inyecciones de alérgenos, que se ha utilizado durante mucho tiempo para la alergia respiratoria. En la inmunoterapia subcutánea, se inyecta una cantidad controlada de alérgeno debajo de la piel, en el brazo o en el abdomen, y se aumenta gradualmente la dosis durante varios meses hasta una dosis de mantenimiento. La inmunoterapia subcutánea tiene un alto riesgo de reacciones alérgicas graves, por lo que se realiza bajo la supervisión de un médico.
En resumen, la inmunoterapia puede ser una alternativa viable para el tratamiento de algunas alergias alimentarias, especialmente para la alergia a la leche, el huevo y el cacahuete. Sin embargo, todavía se necesitan más investigación y ensayos clínicos para establecer su seguridad y eficacia en la práctica clínica. Los pacientes deben discutir los riesgos y beneficios de la inmunoterapia con su médico para determinar si es adecuada para su caso específico de alergia alimentaria.